As hotel night rates soar, we are receiving less and less hospitality… State of affairs in the world’s top tourist destination. The receptionist at the 4-star hotel in Paris in front of whom we present ourselves is on the phone.
Our presence does not awaken any intention in her to finish her conversation. Not a word “off” towards us to apologize for making us wait, not even a small gesture to invite us to be patient.
It’s as if we don’t exist. In a Parisian palace, it’s the opposite.
As soon as we enter, a young man takes our luggage and leads us to the reception, where a series of mechanical smiles greet us. This is followed by a short dialog: “Good morning, Sir, how can I help you?
(…) Did you have a good trip?” “Yes, I live nearby and so I walked here…” “Perfect, Sir, not too crowded on the road?”
The distraction that reveals a total lack of attention is replaced by a boring mechanic, which we want to avoid…
Los precios de las noches de hotel se disparan y cada vez recibimos menos hospitalidad… Estado de cosas en el principal destino turístico del mundo. La recepcionista del hotel de 4 estrellas en París ante quien nos presentamos está al teléfono.
Nuestra presencia no despierta ninguna intención en ella de terminar su conversación. Ni una palabra “off” hacia nosotros para disculparse por hacernos esperar, ni siquiera un pequeño gesto para invitarnos a ser pacientes.
Es como si no existiéramos. En un palacio parisino, es lo contrario.
Tan pronto como entramos, un joven toma nuestro equipaje y nos lleva a la recepción, donde una serie de sonrisas mecánicas nos saludan. Esto es seguido por un breve diálogo: “Buenos días, Caballero, ¿cómo puedo ayudarle?
(…) ¿Tuvo un buen viaje?” “Sí, vivo cerca y por eso vine caminando…” “Perfecto, Caballero, ¿no muy concurrido en el camino?”
La distracción que revela una falta total de atención es reemplazada por una mecánica aburrida, que queremos evitar…